El parque nacional de Kaudulla fue el primero de nuestros safaris por Sri Lanka. Como buenos amantes de la naturaleza, no queríamos perder la oportunidad de ver animales en su hábitat, en total libertad. Cuando supimos que Sri Lanka tenía muchos parques nacionales, nos pusimos manos a la obra para decidir cuales íbamos a visitar. En total, planeamos ir a cuatro y éste, fue el primero, con lo que estábamos ansiosos por vivir esta experiencia.
Visitamos este parque desde Sigiriya, donde teníamos nuestro campamento base esos días y que está más o menos a una hora de camino. Contratamos el tour a través del alojamiento. En un primer momento queríamos ir a Minneriya, pero debido a que fuimos en noviembre, los elefantes ya se encontrarían en Kaudulla. El precio rondó los 50 USD por cada uno, en todoterreno privado.

El Parque Nacional de Kaudulla fue creado en el 2002. Tiene una gran cantidad de vida vegetal y animal, entre la que se encuentran grandes mamíferos, reptiles, peces y aves, de las que hay más de 160 tipos diferentes. Pero, lo que atrae a la mayoría de visitantes es el número tan elevado de elefantes salvajes. Se estima que hay ente 150 y 350 ejemplares, que, sobre todo a última hora, se reúnen en grandes manadas.
Existe un corredor de selva que lo une con el parque de Minneriya, en el que los paquidermos están en la época seca, para regresar aquí en septiembre.
Visita al parque
Después de una media hora de haber entrado al parque, llegamos a una explanada enorme, entre la selva y un río, donde había una manada con decenas de elefantes. Ésta era la primera vez que veíamos a estos enormes animales en libertad y, la verdad, no pensábamos que fuésemos a ver tantos y tan cerca.

Ya sabíamos que en este parque había muchos elefantes, pero ver decenas en completa libertad nos hacía sentir como si estuviéramos en un documental de la tele.

Ver hembras cuidando de sus crías, que jugueteaban con ellas, nos dejaba ensimismados.


Se que hay gente que dice que este parque está muy masificado y que no se respeta a los animales, pero cuando fuimos, no llegaban a una decena el número de todoterrenos. Todos estaban apartados, en ningún momento ninguno se interpuso en el camino de los animales ni se acercó demasiado.

Los todoterreno pueden tener dos horas de salida, a las 6 a.m. y a las 15 p.m., que es cuando elegimos ir nosotros, para ver cómo, poco a poco, se iba yendo la luz y los animales se reunían cerca del agua en manadas.


El safari duró alrededor de 3 horas, en las que el guía iba parando cada vez que veía algún otro animal. Hay que decir que nosotros estábamos tan ensimismados con los elefantes que estuvimos casi todo el tiempo viéndolos a ellos. Y es que, en este parque, también es posible ver monos, jabalís, osos, ciervos, águilas pescadoras, cigüeñas y el escurrido y casi imposible de ver aquí, leopardo.



A la excursión nos llevamos a la hija de los dueños del alojamiento, que núnca había ido a un safari y se lo pasó bomba!

Fue nuestro primer safari y, aunque corto, nunca lo olvidaremos.
