El Norte de Islandia era nuestro. próximo destino. Después de abandonar con mucha pena los fiordos del oeste, y apenas a un par de horas desde Holmavik, llegamos al Gauksmyri Lodge, ya en la Península de Vatnsnes. Aún teníamos por delante varias visitas interesantes a lo largo del día. Lo primero que hicimos fue acercarnos a varias playas con la intención de ver focas, pero la suerte no estaba de nuestro lado, y nos fuimos sin ver ninguna.

Las tornas cambiaron en Osar, que tiene una colonia de alrededor de 200 de ellas, que se dejaron ver a última hora de la tarde, cuando regresábamos de fotografiar al Troll.


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El Troll de Hvitserkur
El famoso Troll es la formación rocosa de Hvitserkur, que primero vimos desde un mirador cerca del parking ,para, después, seguir un sendero que nos condujo por la playa de arena negra, hasta esta roca tan peculiar.

Dependiendo de la marea, te puedes acercar más o menos a ella. A nosotros nos daba la impresión de que era un rinoceronte bebiendo agua.

Para llegar hasta aquí, hay que dejar a un lado la Ring Road, y tomar la 711, de ripio. Si vas en auto caravana, el parking es un muy buen lugar para acampar y disfrutar de la puesta de sol y del Troll de manera tranquila.

Y así dimos por terminadas las visitas. ¡El día siguiente también prometía bastante!
La garganta de Kolugljufur
Nuestra primera parada fue Kolugljufur, una garganta de 1 km en el rio Vioidalsa, en el que hay varias cascadas y un cañón de hasta 25 metros de profundidad. Estuvimos bastante tiempo disfrutando de la soledad del lugar y disparando fotos desde distintas localizaciones, a un lado y otro del puente.


La Granja museo de Glaumbaer
La siguiente visita fue Glaumbaer, para ver la Granja y Museo Popular, donde se muestra cómo se vivía en el siglo XIX. La granja está situada en un lugar bastante bonito, con césped rodeando las casas sobre la cima de una pequeña colina. Están hechas de madera, césped y turba. La fachada principal la forman 6 casitas, que dan una imagen bastante fotogénica. Al lado, hay una iglesia a la que merece la pena acercarse.


Godafoss, la cascada de los dioses
A continuación, pusimos rumbo a Akureyri, pasando por el precioso valle de Öxnadalur. Para esta noche habíamos elegido el Amma Guesthouse. La tarde estaba reservada por completo para ir a visitar Godafoss, la «Cascada de los Dioses».

Y ciertamente, el nombre no le desmerece, porque es otra maravilla, un auténtico espectáculo en si misma. La cascada tiene unos 30 metros de largo y una caída de 12, en forma de semicírculo. El salto de agua está dividido, en su parte central, por una gran roca.
Primero, hicimos fotos desde uno de los lados de la cascada, tanto a ras del suelo como desde arriba, pero pronto tuvimos que ir a refugiarnos al coche, pues empezó a diluviar.

Tras mejorar el tiempo, y ponernos ropa un poco mas adecuada por si volvía a llover, regresamos por el sendero que conduce a la cascada desde el aparcamiento, pero esta vez nos dirigimos a la otra orilla.

Si la vista anterior era bonita, ésta no lo era menos, y disfrutamos como enanos haciendo fotos y más fotos. Hay que decir que muchas de las atracciones turísticas de Islandia se encuentran a pie de carretera, lo que facilita mucho las visitas. Tras 3 horas en esta cascada, nos fuimos a cenar y descansar.
Avistamiento de ballenas en Husavik
Al día siguiente teníamos contratada una excursión en Husavik para ver ballenas. Existen dos maneras diferentes de hacer esta excursión, en lancha rápida, que es lo que escogimos nosotros, o en barcos tradicionales. Antes de partir al mar, la empresa nos había proporcionado ropa adecuada, para evitar mojarnos y pasar frio.

Tras dos horas y media en una lancha rápida, y cuando ya habíamos perdido un poco la fé, conseguimos ver varias.

Desde la bahía de Husavik se pueden ver varios tipos de ballenas: Minke, marsopas comunes, ballenas azules, ballenas jorobadas, ballenas de aleta, cachalotes, orcas y rorcuales norteños.

Dependiendo del mes, hay más posibilidades de ver algunas de ellas. También, dependiendo de la época del año, el tour se acerca a la «isla de los frailecillos». Las salidas dependen de la climatología y de las condiciones del mar, pudiendo ser canceladas si el estado de la mar es malo. Se garantiza otra salida gratis en el caso de que no haya ningún avistamiento. Nosotros contratamos con Gentle Giants, y la experiencia con ellos fue muy buena.
Después de este tour, estuvimos paseando un poco por el pueblo y volvimos a desayunar en una panadería. A continuación, nos pusimos en marcha, hasta llegar al alojamiento de las siguientes dos noches, el Guest House Brekka.
Zona geotérmica de Hverir
Ya estábamos en la zona del Lago Myvatn, otro de los reclamos turísticos del país. El primer lugar que visitamos fue Hverir, una zona geotérmica con fumarolas de gases sulfúricos y lodazales hirviendo.


La primera impresión que tuvimos fue de que estábamos en otro mundo diferente al que habíamos estado hasta ahora, pues no se parecía en nada a lo visto anteriormente.


Tras disfrutar de la fragancia del sitio, dimos por terminada esta visita

Cuevas termales de Grjotagj
A continuación, nos fuimos a Grjotagj, una cueva con aguas termales, que es famosa por aparecer en la serie Juego de Tronos.

A nosotros no nos pareció nada del otro mundo y apenas estuvimos un minuto dentro. Preferimos salir para disfrutar del paisaje exterior y de las vistas del Hverfjall, el cráter negro de un volcán extinto.

Pseudocráteres de Skútustadir
Después, nos dirigimos a los pseudocráteres de Skútustadir, a cuyo alrededor dimos un pequeño paseo.

Nos hubiera gustado poder acercarnos al Stori Viti, un cráter con un lago dentro, pero, ya se nos había hecho tarde y había que regresar al alojamiento. Éste era muy confortable, pero la verdad es que estaba un poco lejos de los atractivos de la zona.

La mañana siguiente pondríamos rumbo a uno de los platos fuertes del viaje: Askja, pero eso lo contamos en otro post.
Cascadas de Selfoss y Dettifoss
Nuestras últimas horas en esta zona del país, a la vez que nos dirigíamos más hacia el este, fueron para ver dos de las cascadas más famosas de Islandia: Dettifoss y Selfoss.
Tras dejar el coche en el aparcamiento y caminar unos minutos, nos encontramos en una de las orillas de Dettifoss, la cascada más caudalosa de Europa, con un ancho de 100 metros y una caída de 44.
A medida que nos acercábamos, nos íbamos haciendo una idea de su grandiosidad, el ruido era cada ver más fuerte y la bruma mayor.

Desde el lado derecho (este), que es el que elegimos, es posible acercarse hasta el mismo borde de la cascada.

Un poco más abajo, hay un mirador desde el que se tiene una buena panorámica del cañón y de la cascada al completo. Es posible ir también a la otra orilla, pero por lo que parece, las vistas no son tan buenas debido a la bruma, y no se está tan cerca de la caída.

Desde allí mismo parte un sendero y, tras unos 20 minutos, llegamos a Selfoss, situada un poco más arriba en el mismo río. Su mayor atractivo es la cantidad de saltos que posee. Es más ancha que su hermana mayor, pero menos majestuosa, aunque bien merece una visita.


Nos tocaba continuar viaje, así que cogimos de nuevo el coche y pusimos rumbo a Egilsstadir, en los fiordos del este.