La isla de Ometepe, la mayor del mundo en un lago del agua dulce, está coronada por dos volcanes, uno de ellos activo a día de hoy, oculta misteriosos petroglifos, cascadas ocultas y piscinas naturales donde refrescarte. Añádele playas tranquilas donde hacer surf, excursiones para ver monos, cocodrilos y mariposas enormes.
Pues todo esto, y mucho más, es lo que te ofrece la isla de Ometepe, sin duda una visita que tienes que incluir en tu viaje a Nicaragua.
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¿Cómo llegar y moverse por la isla de Ometepe?
Actualmente sólo hay una forma de llegar hasta la isla de Ometepe, con un ferry o barca desde San Jorge, cerca de Rivas. Para estar al tanto de los horarios, consultad en la página de Omepetenicaragua.
El viaje a la isla de Ometepe es muy corto, pero también muy bonito e interesante. Poco a poco te vas acercando a ella y vas viendo la majestuosidad de los volcanes.

Jesús y yo hemos ido, pero por separado. Él en su viaje en solitario, y yo, en un par de ocasiones, con otros cooperantes y con mi hermana y sobrinos. En mi caso, al ir varias personas en el grupo, siempre he ido con coche de alquiler desde Granada. Es muy cómodo contar con medio de transporte propio en la isla, pero es también posible contratarlo una vez allí. Jesús alquiló una moto en Moyogalpa.

También es posible recorrer la isla en bus, pero no es demasiado recomendable, ya que las frecuencias son muy escasas. Para consultar los horarios, de nuevo Ometepenicaragua. También es posible moverse en taxi o yendo de «paquete» en una moto.
Debido al nivel bajo de agua del lago Cocibolca, el ferry que unía Granada- Ometepe-San Carlos, de momento, se encuentra inoperativo. Con un poco de suerte, es posible que en la nueva temporada de lluvias (julio-agosto), se pueda reanudar su actividad. Estad atentos a esta posibilidad.
Hasta hace bien poco, había vuelos que conectaban Ometepe con otras partes del país, en pequeñas avionetas de 12 plazas, pero han tenido que suspenderlos debido a la baja demanda. Después de los conflictos del 2018, el turismo cayó en picado, y la situación se vio rematada con la pandemia del Covid 19. Esperemos que pronto mejore todo. Para estar al día, consultad con La costeña airlines
El trayecto en avión, desde Managua a Ometepe, es una maravilla, ya que puedes ver a «vista de pájaro» todos los volcánes, los lagos y las isletas antes de aterrizar en la Isla de Ometepe.
¿Dónde alojarse en la isla de Ometepe?
Hay muchas opciones para elegir. Como en muchos sitios, a la llegada del ferry, siempre hay lugareños esperando para ofrecerte sus alojamientos, alquiler de vehículos, excursiones o incluso taxis para llevarte a conocer la isla (hay que pactar el precio antes de subirte si no quieres llevarte luego una sorpresa).
Siempre me he alojado en el Hotel Charco verde, me lo habían recomendado y la verdad, es que merece la pena. La primera vez, en, en una cabañita justo frente al lago, básica pero muy cómoda y, la segunda, en la que iba con mi hermana y sobrinos de 10 años, en una habitación más cerca de la recepción, muy amplia y en la que cabíamos todos con amplitud. ¡Y tiene agua caliente!, todo un lujo en este país.
El complejo tiene una playa muy bonita y limpia, con unos anocheceres preciosos y hay posibilidad de alquilar motos y de hacer excursiones en kayak. Recuerdo que nos costó 75 USD, pero estábamos 5 personas. Además, teníamos gratis la entrada a la Reserva de Charco Verde y el mariposario, estaba al lado. Así qué, echando cuentas, creo que hicimos buena elección, sobre todo teniendo en cuenta que íbamos con niños y quería asegurarme de que todo fuera perfecto.
Si no queréis gastar tanto dinero o vais solos, hay muchas otras opciones, desde hoteles sencillos a casas particulares, pasando por habitaciones compartidas. Podéis mirar en Booking o consultar directamente al llegar.

Qué ver y hacer en Ometepe
Volcán Concepción y Volcán Maderas
No hay duda de que la mayor parte de la gente que se acerca hasta la isla de Ometepe, lo hace atraída por la presencia de los dos volcanes, el Concepción, al norte, que con su cono perfecto es la imagen ideal de un volcán y que todavía está activo; el Maderas, al sur y ya extinto, en cuyo cráter se formó una laguna. Están separados por un istmo estrecho, lo que da a la isla una forma de ocho o de reloj de arena.


Muchos son los que se atreven a subir a la cima de cualquiera de ellos. Yo no soy tan aventurera, así que solo los he contemplado desde la distancia. Jesús sí que subió al Maderas y enseguida os lo cuenta.
Ascensión al volcán Maderas
Una de los motivos por los que visité la Isla de Ometepe era ascender uno de sus volcanes, finalmente el Maderas fué el elegido.
Para subir al volcán Maderas (1394 metros) elegí alojarme en Finca la Magdalena, una cooperativa de familias locales, de producción agropecuaria y de servicios ecoturísticos, que promueve principios de solidaridad, equidad y transparencia. Desde aquí parte la ruta de subida al volcán.

Puedes alojarte en la propia finca ( hay desde habitaciones sencillas hasta pequeños apartamentos). Tienen servicio de comedor y ofrecen excursiones en la finca, para ver las plantaciones de café, una ruta dedicada a los Petroglifos y, el plato estrella, la contratación de guías para la ascensión al volcán.
La ascensión suele comenzar al amanecer, con la fresca, y deberás llevar tu propia agua (recomendable 2 litros). La ruta de ida y vuelta viene a tener una duración de 6 horas aproximadamente, aunque depende bastante de tu estado físico, a mí me costó 4:30. Para mí, es una subida exigente si la haces en temporada seca, como fue mi caso, y una verdadera locura si la haces en temporada de lluvias, con terreno muy embarrado.

Después de una buena madrugada, para poder desayunar y reunirme con mi guía, comenzaba la ascensión al volcán Maderas, fresco como una lechuga y con la ropa bien limpia. Qué poco durarían ambas cosas.
La ascensión comienza siendo suave y placentera, ya que la subida discurre a través de un frondoso y bonito bosque donde es posible observar monos aulladores y aves de todo tipo mientras los rayos de luz intentan abrirse paso entre la espesura.

Después aproximadamente una hora de camino, éste comienza a empeorar, lo que antes era un plácido paseo dominical se convierte en un duro repecho entre rocas y barro. Supongo que los guías siguen el camino más recto, hasta el borde del cráter.
El borde del cráter está cubierto de vegetación, pero entre los árboles aparece la silueta del lago que cubre el fondo del mismo; finalmente, tras superar un tramo prácticamente vertical, con la ayuda de cuerdas, hemos alcanzado nuestro destino.

Al llegar te quedas sin palabras, el lago tiene unos 200 metros de diámetro y es de un precioso color esmeralda. Y ahora llega lo mejor, quitarte la ropa empapada para darte un relajante baño en el lago. El fondo es de lodo y tiene suficiente profundidad para poder nadar disfrutando de su agradable temperatura.
Finalmente, después de descansar un poco para almorzar y recuperar fuerzas, comenzamos la bajada, mucho peor por el cansancio acumulado.
Ascensión al volcán Concepción
La ascensión al Concepción (1610 metros) es aún más dura. Se tarda una media de unas 9 horas entre la subida y la bajada y, las pendientes y la humedad, son tremendas. Los primeros 1000 metros son en medio de un bosque selvático, en subida continua y donde hay un mirador con unas vistas excelentes. Se puede aprovechar para descansar, comer algo y reponer fuerzas, porque a partir de ahí, viene lo peor.
Rocas, cenizas, piedras, terreno resbaladizo… serán tus compañeros en esta gran aventura hasta que, por fin, consigas llegar a la cima del cráter, con una imagen preciosa del interior y de toda la isla. Incluso, se puede caminar por el borde.
Pero no hay que dormirse en los laureles, porque aún queda la bajada, tremendamente dura. Recordad llevar agua suficiente, comida y ropa y calzado adecuado. Debe ser una experiencia inolvidable. Quizás en nuestra próxima visita.
Mariposario de la Isla de Ometepe
Yendo con niños, nos pareció buena idea que conocieran el mariposario, que estaba justo al lado de nuestro hotel.
Había sido recientemente inaugurado y, hoy en día, es uno de los más reconocidos y bonitos de toda Centroamérica, atrayendo a gran cantidad de visitantes deseosos de conocer el ciclo de vida de estos pequeños animales.
Y es que, en su laboratorio para la reproducción, es posible ver las cuatro etapas por las que discurre la vida de una mariposa.: huevo, larva, pupa y mariposa.
Los huevos son depositados por las mariposas en plantas (cada especie tiene su preferida), de donde son recogidos y depositados en otras ya en el laboratorio.
De larvas pasan al estado de pupa, entonces, son de nuevo recogidas y puestas en otro sitio, colgadas con alfileres para que se sostengan, durante unos 8 o 10 días, hasta que nacen.
Cuando lo hacen, tardan en secar alrededor de hora y media. Después se liberan en la laguna de Charco Verde, viviendo entre 22 y 32 días, dependiendo de la especie.
Los críos estuvieron muy atentos a las explicaciones ya que les encantan los animales.




No hace falta decir que este sitio hizo la delicia de mis sobrinos, que lo disfrutaron de lo lindo. Nunca habíamos visto mariposas tan grandes y, ni mucho menos, se nos habían posado sin parar en cualquier parte del cuerpo, incluso varias a la vez.
Nos dijeron que cabían hasta 3000 mariposas, de hasta 17 especies diferentes, entre las que destacan las Príncipe azul, la Búho o la Monarca (migratoria).
Sin duda, es un bonito proyecto para la conservación, reproducción y liberación de las mariposas.
La entrada cuesta 5 USD.
Charco Verde
Después de ver el mariposario, al tener la entrada incluida en el precio del alojamiento, nos fuimos hasta Charco Verde, una reserva de 20 hectáreas de bosque seco tropical y donde se pueden encontrar gran cantidad de animales, incluidas aves.
En el centro, se encuentra la laguna verde esmeralda Charco Verde, cuyo color que se debe a las algas que crecen en ella.

Un camino lleva hasta la playa frente a la isla Quiste.


Es un bonito paseo de alrededor de una hora, recorrido en el que es posible encontrar algún que otro cocodrilo, monos y un montón de lagartijas e iguanas. Y menciono las lagartijas porque mis sobrinos se volvieron locos contemplándolas y buscando más, a pesar de que yo no paraba de repetirles de que tenían MONOS en los árboles, delante de sus ojos. Pero a ellos les hacían más gracia estos bichos, ¡Ni que viesen monos todos los días!


Otra anécdota que tengo allí con ellos, es de una de las veces que nos paramos a hacer fotos con el volcán de fondo, cuando, de repente, los niños empezaron a moverse, no podían parar quietos y, yo, venga a decirles que se comportaran de una vez, que enseguida descansaríamos. Pero llegó un momento en que los pobres no aguantaron más y empezaron a sacudirse los pies…resulta que había un montón de hormigas rojas que les estaban acribillando. ¡Pobretes!

Ojo de agua
Como se acercaba la hora de comer, aprovechamos para ir a Ojo de Agua, un buen lugar donde relajarse a la sombra de una selva tropical y bañarse en aguas volcánicas, sí, ¡volcánicas!, ya que el agua de estas piscinas naturales proviene directamente de un manantial del volcán Concepción. Sin duda alguna un buen lugar para refrescarse del calor tropical de la Isla de Omepete.


Se ha acondicionado la zona de baño, con bordes de piedra y de fondo arenoso, habiendo profundidades desde el medio metro, hasta los tres, haciendo las delicias para toda la familia. Eso sí, sus aguas son un poco frías para mí, ya que rondan los 24-26 grados.
Aprovechamos para darnos un chapuzón, el mío muy corto, y para comer en una de las mesas disponibles. Se puede comprar para almorzar allí mismo.

Recuerdo el salto que pegué cuando, al final de la comida, una araña de tamaño considerable cayó sobre mi plato desde la sombrilla de paja que había sobre la mesa. Menos mal que estaba más muerta que muerta, porque si no, aún no habría parado de correr.
El precio de la entrada es de 2 USD para nacionales y de 3 para extranjeros.
Playa de Santo Domingo
Si quieres pasar unas horas en relajadas tienes que acercarte hasta la playa de Santo Domingo, una de las más conocidas de Ometepe. Y no es para menos, ya que las vistas son majestuosas. Con sus 4 kilómetros de largo, y bordeada de bosque seco tropical, ofrece magníficas vistas de un volcán en cada lado.
Es una de las zonas más visitadas de la isla, por lo que hay mucha infraestructura preparada para el turismo, con varios alojamientos, restaurantes y bares. Recuerdo que uno de los gemelos encontró un coco y no paró hasta que consiguió abrirlo para beber su agua.

Como hay un viento constante, el agua no está «lisa», sino siempre ondulada. A pesar de ello, pudimos disfrutar de otro delicioso baño.
Para los que se queden varios días por aquí, es posible alquilar bicicletas, kayaks, dar paseos a caballo, hacer senderismo y, si madrugáis y tenéis suerte, hasta ver monos. Sin duda, uno de los reclamos de la Isla de Ometepe.
Punta de Jesús María
Para ver anochecer en el lugar más bonito de la Isla de Ometepe hay que acercarse hasta la punta de Jesús María, que es una lengua de tierra que se adentra en el lago, y que ofrece unas vistas magníficas de los volcanes.

En la estación seca, el banco de arena se adentra en el agua hasta un kilómetro, que puedes recorrer hasta el final. Si el día está despejado, se ven los dos volcanes de la isla, y del otro lado del lago, el Mombacho, cerca de Granada.



Suele utilizar por los lugareños para bañarse, ya que hay poca profundidad, aunque hay que tener precaucion si te alejas de la arena.
Ahora hay que pagar una entrada de 1$, que va para el municipio de Moyogalpa.
Petroglifos
Ometepe tiene una rica historia precolombina y es reconocido como uno de los mejores lugares del mundo para ver este tipo de arte.
Actualmente, se pueden encontrar petroglifos en muchos lugares, como en el Museo de Altagracia, casas particulares u hoteles. Aún quedan muchos que pueden verse en sus emplazamientos originales.
Cascada de San Ramón
Otro de los sitios que Jesús tuvo oportunidad de conocer durante su visita a Ometepe, es la cascada de San Ramon.
Situada en la pared sur del volcán Maderas, muy cerca de San Ramon, puedes llegar en bus desde Moyogalpa (8:00 ida y 14:30 vuelta).

El sendero que llega hasta ella se puede tomar desde varios puntos, pero lo habitual es comenzar en la Estación Biológica. La entrada cuesta 40 Córdobas y 50 si llevas coche.

El camino de ida y vuelta te llevará unas 2:30 horas y es bastante sencillo y entretenido, ya que hay bastante vida animal que observar. Los monos congo habitan el área y es muy probable que te cruces con ellos. También pude ver varios tipos de serpientes, incluyendo boas y una gran variedad de aves, insectos y murciélagos.

La cascada de unos 60 metros de altura y tiene agua incluso en temporada seca, por lo que darse un baño es imprescindible para quitarte el calor de la pequeña caminata.

Es recomendable llevar bastante agua, ya que las altas temperaturas y la humedad podrían jugarte una mala pasada. Tampoco es mala idea llevar repelente de insectos y, sobre todo, no olvides el bañador.