Vik y el círculo dorado

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El círculo dorado es una zona que tiene una buena representación de la multitud de atracciones naturales del país: volcanes, geiseres, playas de arena negra, cascadas. Al estar tan cerca de la capital, es muy accesible, lo que la hace estar bastante concurrida por el turismo, dentro de lo que es Islandia.

Llegamos a Vik pasada la media tarde, y tras alojarnos en el Hotel Katla By Keahotels, nos pusimos en marcha para conocer los alrededores de esta ciudad. Ésta es, quizás, la población con mayor alternativa de alojamientos junto con la capital. Se pueden consultar en booking.

Qué ver en Vik y en el Círculo Dorado

Playa de Reynisfjara

Después de visitar la iglesia en Vik, que tiene unas vista preciosas, nos dirigirnos a la playa de Reynisfjara, de arena negra y en cuyo acantilado se ven formaciones verticales de basalto hexagonal.

Columnas de basalto
Columnas de basalto.

En ese mismo acantilado, encontramos una cueva, también de paredes basálticas.

Cueva basáltica en Reynisfjara
Cueva basáltica en Reynisfjara

A unos 200 metros, ya dentro del mar, se pueden ver las tres formaciones de Reynisdragur , que según cuenta la leyenda, son trolls petrificados. La verdad es que la imagen es bastante bonita, y se acompañaba de la luz de esa hora de la tarde, así que hicimos unas cuantas fotografías.

Los trolls petrificados de Reynisdragur
Los trolls petrificados de Reynisdragur

Hay que decir, que el mar en esta zona es bastante peligroso y que hay que tener cuidado al acercarse a la orilla, no vaya a ser que una ola imprevista haga que nos arrastre la corriente. Ya ha ocurrido más de una desgracia así.

Acantilados de Dyrholaey

Al día siguiente, nos acercamos a los acantilados de Dyrholaey. Una de sus formaciones más famosas es la que forma un arco.

Arco del acantilado de Dyrholaey
Arco del acantilado de Dyrholaey

Aquí también hay un faro, y las vistas desde esta altura son bien bonitas. Se ve toda la costa sur hasta que se pierde en el horizonte. Hay que tener cuidado al arrimarse al borde del acantilado, pues es bastante habitual que azoten vientos fuertes.

Continuamos la ruta, y decidimos no ir a ver el avión estrellado en Sólheimasandur, porque hubiéramos tardado varias horas entre ir y volver, ya que hay que caminar a pie en total, unos 8 kms. Así que nos pusimos en marcha hasta llegar a la cascada de Skógafoss.

Cascada Skógafoss

Con sus 62 metros de caída, y unos 25 metros de ancho, la imagen del agua cayendo sobre un manto de piedras negras y rodeada de laderas verdes, es magnífica.

Cascada Skógafoss.Círculo dorado
Cascada Skógafoss

El que se anima, también tiene la posibilidad de contemplarla desde arriba, eso sí, tras subir unas cuantas escaleras.

Cascada Skógafoss.Círculo dorado
Cascada Skógafoss

Muchos dicen que es la cascada más bonita de toda Islandia, y bonita es, no hay duda, pero para gustos, los colores. Nosotros tenemos nuestro propio ranking.

Cascada Seljalandfoss

A continuación, tocaba conocer otro de los sitios al que teníamos muchas ganas, Seljalandfoss, otra caída de agua de unos 60 metros.

Cascada Seljalandfoss.Círculo dorado
Cascada Seljalandfoss

Esta cascada tiene la peculiaridad de que es posible bordearla completamente por un caminito resbaladizo, y verla desde la parte de atrás , metidos en una especie de gruta.

Detrás de la cascada.Círculo dorado
Detrás de la cascada

Una vez se sale de nuevo al aire libre, hay un pequeño mirador desde el que hay unas vistas magníficas de la caída de agua. Es bastante aconsejable, si no se quiere acabar empapado, llevar ropa y calzado impermeable, así como las cámaras protegidas.

Mirador al salir de Seljalandfoss.Círculo dorado
Mirador al salir de Seljalandfoss

Desde allí, y siguiendo un sendero durante unos diez minutos a pie, está encontramos Gljúfrabúi, la «cascada oculta», que cae en una hendidura en la roca. A día de hoy creo que ya han acondicionado la entrada para poder pasar sin problemas.

El lago volcánico Keriô

Para terminar las visitas de ese día, fuimos hasta el Keriô, para ver el cráter de este volcán, en cuyo interior hay un lago.

El cráter Keriô.Círculo dorado
El cráter Keriô

Las rocas son rojizas debido al alto contenido de hierro.

Vistas del cráter Keriô.Círculo dorado
Vistas del cráter Keriô

Se puede, incluso, bajar por unas escaleras hasta la propia orilla del lago, y sentarse en un banco a contemplarlo. No es mal sitio para terminar el día, ¿verdad?

Para el resto de los días en esa zona, habíamos elegido el Selfoss Hostel, donde fuimos a dormir pronto, para no perder la costumbre. Una verdadera pena, porque esa primera noche debió ver una Aurora Boreal, pero nosotros estábamos en brazos de Morfeo. ¡En fin!

Gullfoss, la cascada dorada

Al día siguiente fuimos a visitar Gullfoss, la cascada dorada. Otra de las cascadas más conocidas de Islandia.

Está formada por tres saltos y es el producto de la doble fractura de la llanura. Es otro de los monumentos naturales más visitados, gracias a su espectacularidad y fácil acceso. A nosotros nos recordó un poco a una porción de pizza.

Gulfoss, la cascada dorada.Círculo dorado
Gullfoss, la cascada dorada

Geysir, el padre de los géiseres

A continuación, nos dirigimos a Geysir, el «padre» de todos géiseres y del que este fenómeno natural toma su nombre.

Ahora es poco más que un charco de agua caliente, gracias a la obra de unos desalmados, que echaron productos químicos con el propósito de aumentar la frecuencia de las explosiones y que consiguieron todo lo contrario.

En cambio, se puede contemplar, cerca de allí, el Strokkur, que eclosiona aproximadamente cada 5 minutos, alcanzando alturas de hasta 25 metros.

Geiser Strokkur. Círculo dorado
Geiser Strokkur

Bruarfoss, la cascada más bonita de Islandia

Nuestra siguiente parada fue una de las cascadas que más nos sorprendió de todo el viaje: Bruarfoss, que no es espectacular en cuanto al tamaño de los saltos ni del caudal que lleva, sino por su impresionante color azul turquesa.

Bruarfoss, una preciosidad. Círculo dorado
Bruarfoss, una preciosidad

Nosotros llegamos caminando desde una urbanización que hay muy cerca, pero ahora han debido cortar el acceso y hay que dejar el coche en un aparcamiento y, después, caminar unos 3 kilómetros por la orilla del río Bruara. Podemos asegurar, que bien merece la pena el paseo. ¡Nos encantó!.

Cascada Urridafoss

Una de la cascada que vimos, y que en principio no estaba en nuestros planes, fue la de Urridafoss, una de las cascadas menores del Círculo Dorado.

La pequeña Urridafoss
La pequeña Urridafoss

Sus saltos no son muy altos, apenas unos pocos metros el mayor, por lo que no es tan espectacular como otras.  Aun así, nos gustó mucho, tanto, que repetimos al día siguiente. Ayuda mucho que, al ser menos conocida, no nos encontramos prácticamente con nadie allí.

Otra vista de Urridafoss. Círculo dorado
Otra vista de Urridafoss.

Parque Nacional Thingvellir

Para pasar el resto de la tarde, decidimos acercarnos hasta el Parque Nacional Thingvellir, donde está la fisura que separa las placas tectónicas de Norteamérica y Eurasia. Forma parte de la historia islandesa, ya que fue aquí donde se fundó el primer parlamento del mundo y, donde en 1944, nacía la República de Islandia.

 Parque Nacional Thingvellir. Círculo dorado
 Parque Nacional Thingvellir

Hay varias fisuras interesantes para ver, como las de Almannagjá o Silfra, donde es posible bucear. Nos hubiera encantado, pero los precios islandeses son un tanto desorbitados y además es obligatorio tener la especialidad de traje seco para poder bucear allí.

En la misma zona está Öxarárfoss. Aunque el parque es un sitio es curioso, a nosotros no nos impresionó mucho, la verdad.

El día siguiente, nos lo tomamos con mucha tranquilidad y lo aprovechamos para repetir un par de cascadas que nos habían gustado: Urridafoss y Seljalandfoss, así como a dejarnos llevar sin rumbo, para intentar estar descansados para otro día intenso, como sería el siguiente, con la visita a Landmannalaugar.

Iglesia con casa de turba.Círculo dorado
Iglesia con casa de turba.
Casita con el techo de turba.Círculo dorado
Casita con el techo de turba

Cascada Haifoss

Después de una mañana tranquila de paseos y descanso nos acercamos a Haifoss , la segunda cascada más alta de Islandia, con una caída de 122 metros.

Haifoss.Círculo dorado
Haifoss

Llegar hasta allí, es un poco más dificultoso que a la mayoría de las atracciones que tiene el país, ya que después de abandonar la Ring Road, se ha de coger la carretera 32 y por último la 332, un auténtico camino de cabras, sólo apto para 4×4. Si que vimos coches normales en este tramo, pero, es lo que tiene ir en coche de alquiler y darte igual lo que le pase. Muy cerca de ella, hay otra un poco más pequeña, Granni.

Atasco de ovejas. Círculo dorado
Atasco de ovejas

El regreso al alojamiento se demoró bastante, porque en el camino nos encontramos con una fiesta de la trashumancia de ovejas. Cientos de ellas ocupaban la carretera y los laterales, y se organizó un atasco monumental.

Habíamos pasado unos días fantásticos recorriendo el Círculo Dorado y salimos enamorados de la zona. Pero el viaje continuaba y tocaba irnos ya para Reikiavik. Faltaba poco para regresar a casa.