En la ladera sur de la sierra de Cantabria, muy cerca de Peciña, pero perteneciente a San Vicente de la Sonsierra, encontramos la pequeña ermita de Santa María de la Piscina.

Su ubicación es privilegiada, ya que está situada en una colina, rodeada de viñedos, y con unas vistas preciosas sobre el valle del Ebro.

El conjunto arqueológico no sólo comprende la ermita, sino también una necrópolis, un poblado con viviendas semi rrupestres y restos de fortificaciones.
La importancia de la ermita radica en que es el edifico románico más bonito y mejor conservado de toda La Rioja.


Historia y estilo
La Historia de su construcción se remonta a la época de las cruzadas. El infante Ramiro Sancho de Navarra, participó en la conquista de la Tierra Santa, en la Primera Cruzada, atacando Jerusalén por la Piscina Probática. A su regreso, trajo una astilla de la Cruz de Cristo y una imagen de la Virgen tallada por San Lucas. Organizó una orden de caballería llamada la Divisa, y se internó en el Monasterio de San Pedro de Cardeña.
En su testamento, de 1110, dejó escrito que se construyera una ermita para honrar a la virgen y a la astilla. Ordenó también que la Divisa de los Reyes de Navarra, colgase en un lugar destacado. Según este testamento, la ermita debería de ser una reproducción de la Piscina de Bethesda de Jerusalén, en cuyo honor, lleva su nombre. Fue consagrada en 1137 por el Obispo de Calahorra.

El único añadido posterior, es el escudo de la Divisa, colocado encima de la portada sur, hacia 1537.
La ermita fue restaurada en 1975, debido al estado ruinoso en el que estaba. En los tres años posteriores, se hicieron excavaciones alrededor, lo que dio lugar al descubrimiento de la necrópolis y de los restos de un poblado, habitado entre los siglos X y XIV. Los habitantes abandonaron el enclave debido a la Primera Guerra Civil Castellana, instalándose en lo que hoy es Peciña, nombre que deriva de Piscina.
En cuanto a su construcción, es de piedra de sillería, con una sola nave y un presbiterio que termina en un ábside semicircular. Tiene cuatro portadas de acceso, pero solo la principal comunica directamente con la nave. Es en esta portada donde encontramos un escudo de gran tamaño, que muestra el emblema de la Divisa. El original estaba tan dañado que el que hay ahora, es una imitación que se puso durante la reconstrucción de 1975. Adosada al lado norte, hay una cámara rectangular cubierta, que se cree que sirvió como posible sala de reunión de los miembros de la Divisa y, en la zona norte, una torre campanario cuadrada.

Necrópolis
Al lado de la iglesia, en una pequeña ladera que desciende dirección al valle, está la necrópolis. Las tumbas se remontan a entre los siglos X y XIV. En esta zona hay 49, mientras que cerca del ábside de la ermita, al lado del muro, hay otras 4. Las de la primera época son antropomorfas, talladas en la propia roca.

Poblado
En un pequeño promontorio en el lado suroeste de la iglesia, hay restos realizados en la roca que pertenecerían a antiguas construcciones semi rrupestres. Serían pequeñas cabañas en las que seguramente vivieron las personas que labraron las tumbas.

La ermita de Santa María de la Piscina ha sido declarada Bien de Interés Cultural el 4 junio de 1931.
Todos los años, el 15 de agosto, festividad de la Asunción de María, los miembros de la divisa y los cofrades del Solar y Divisa del Principado Medieval de Santa María de la Piscina se reúnen aquí para su junta anual, asistir a una misa en la ermita y, terminar el día con una comida de hermandad.
Para llegar hasta esta ermita, hay que dirigirse hasta San Vicente de la Sonsierra, para después, tomar la dirección a Peciña. Poco antes de llegar, encontramos un pequeño aparcamiento del que sale un corto sendero que llega hasta ella.
Sin ninguna duda, una visita corta muy interesante, donde podremos contemplar parte de la historia de La Rioja.